16 Los seres humanos usan el nombre de alguien más grande que ellos para darle seriedad a una promesa. Al hacerlo así, afirman que lo dicho es verdad y eso termina toda discusión entre ellos.
17 De igual manera, Dios quería demostrar que su promesa era confiable y que la gente iba a recibir lo prometido. Dios dijo que algo sucedería y lo afirmó con una promesa.
18 Hay dos cosas imposibles: que Dios mienta y que no cumpla lo que promete. Esas dos cosas nos dan confianza a los que nos hemos refugiado en él. Nos fortalecen para continuar en la esperanza que Dios nos da.
19 Tenemos esa esperanza tan fuerte y segura como un ancla que sostiene el alma. Nuestra esperanza llega más allá de la cortina del Lugar Santísimo del cielo.
20 Jesús ya entró allí y abrió camino para nosotros, convirtiéndose para siempre en sumo sacerdote tal como fue Melquisedec.