33 Como descendientes de ellos, recibimos de parte de Dios el cumplimiento de la promesa cuando Jesús resucitó de la muerte. Como dice en el segundo Salmo: “Tú eres mi Hijo, hoy me he convertido en tu Padre”.
34 Dios resucitó a Jesús para que él nunca regrese a la tumba a descomponerse. Entonces Dios dijo: “Yo les daré las promesas verdaderas y santas que le hice a David”.
35 Por eso dice en otro lugar: “Tú no dejarás que tu Santo se pudra en la tumba”.
36 En vida, David hizo lo que Dios quería. Después murió y lo enterraron con sus antepasados. Su cuerpo se pudrió en la tumba,
37 pero Jesús, al que Dios resucitó de la muerte, no se pudrió en la tumba.
38-39 Entiendan esto, hermanos: el perdón que ustedes no pudieron alcanzar por medio de la ley de Moisés, lo reciben por medio de Jesús. Todo el que tiene fe en él es aprobado por Dios.
40 Pero tengan cuidado, los profetas dijeron lo que pasaría. No dejen que eso les pase a ustedes: