24 Jesús sufrió el dolor de la muerte, pero Dios lo liberó: lo resucitó porque la muerte no podía retenerlo.
25 David dice esto sobre Jesús: “Yo vi al Señor siempre delante de mí, y él está a mi derecha para protegerme.
26 Estoy feliz y hablo lleno de alegría. Todavía tengo esperanzas,
27 porque no me dejarás en el lugar de los muertos ni permitirás que el cuerpo de tu Santo se pudra en el sepulcro.
28 Tú me mostraste el camino de la vida, y tu presencia me llenará de alegría”.
29 »Hermanos míos, déjenme decirles la verdad acerca de David, nuestro antepasado. Él murió y lo enterraron y su sepulcro está aquí con nosotros hasta el día de hoy.
30 Pero David era profeta y sabía que Dios le había prometido que uno de sus descendientes sería rey, como él.