18 Cuando llegaron, les dijo: «Ustedes saben de mi vida desde el primer día en que vine a Asia y vieron cómo viví todo el tiempo mientras estuve con ustedes.
19 He trabajado para el Señor con humildad y con lágrimas, corriendo el riesgo de caer en los atentados que los judíos han tendido contra mí.
20 Siempre hice lo que era mejor para ustedes y les anuncié el mensaje públicamente y en privado.
21 Les dije a todos, judíos y no judíos, que cambiaran su manera de pensar y de vivir, que se acercaran a Dios y que creyeran en el Señor Jesús.
22 »Pero ahora debo obedecer al Espíritu e ir a Jerusalén. No sé qué me va a pasar allí.
23 Lo único que sé es que el Espíritu Santo me dice en cada ciudad que en Jerusalén me esperan sufrimientos y hasta la cárcel.
24 No me importa mi propia vida. Lo más importante es que yo termine el trabajo que el Señor Jesús me dio: dar testimonio de las buenas noticias acerca del generoso amor de Dios.