8 Le respondí: “¿Quién eres, Señor?” La voz dijo: “Soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues”.
9 Los que estaban conmigo vieron la luz, pero no entendieron la voz del que me hablaba.
10 Entonces yo dije: “¿Qué debo hacer, Señor?” El Señor Jesús me respondió: “Levántate y ve a Damasco. Allí te dirán todo lo que he planeado que hagas”.
11 No podía ver por la luz tan brillante, así que mis compañeros me tomaron de la mano y me guiaron hasta Damasco.
12 »En Damasco, vino a mí un hombre llamado Ananías, muy religioso y obediente de la ley. Todos los judíos que vivían allí lo estimaban mucho.
13 Ananías vino y me dijo: “Hermano Saulo, ¡recobra la vista!” y de inmediato pude verlo.
14 Él me dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha elegido para que conozcas su plan, veas al Justo y escuches su voz.