9 Los otros judíos estaban de acuerdo, diciendo que todo era verdad.
10 El gobernador le hizo una señal a Pablo para que hablara, y él respondió: —Sé que ha sido juez de esta nación por muchos años y por eso me alegro de poder defenderme ante usted.
11 Hace doce días fui a Jerusalén a adorar, como usted mismo lo puede comprobar.
12 Los que me acusan no me encontraron discutiendo con nadie en el templo, ni incitando a la gente en las sinagogas ni en ningún otro lugar de la ciudad.
13 Ellos no pueden probar las acusaciones que me hacen.
14 Sin embargo, yo sí confieso lo siguiente: adoro al Dios de nuestros antepasados. Soy un seguidor del Camino, al que ellos llaman una secta. Creo en todo lo que la ley enseña y en todo lo que está escrito en los libros de los profetas.
15 Yo espero de Dios lo mismo que los judíos. Espero que todos los seres humanos, buenos o malos, resuciten de la muerte.