31 Pero Pablo les dijo al oficial y a los soldados: «Si estos hombres no se quedan en el barco, ustedes perderán la vida».
32 Entonces los soldados cortaron las cuerdas que sostenían el bote salvavidas y lo dejaron caer al mar.
33 Antes de que amaneciera, Pablo empezó a convencerlos de que comieran algo, diciendo: «Llevan dos semanas esperando a ver qué pasa, sin comer nada.
34 Les ruego que coman algo porque lo necesitan para poder sobrevivir. Ninguno perderá ni un solo cabello de la cabeza».
35 Después de decir esto, tomó pan en sus manos y dio gracias a Dios ante todos. Después lo partió y empezó a comer.
36 Todos se sintieron mejor y ellos mismos se animaron a comer.
37 Éramos doscientas setenta y seis personas en el barco.