25 Entonces alguien vino y les dijo: —Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el área del templo enseñando a la gente.
26 Así que el capitán y sus hombres fueron y se los llevaron de vuelta. Los soldados no usaron la fuerza porque temían morir apedreados por el pueblo.
27 Los soldados llevaron a los apóstoles ante el Consejo, y el sumo sacerdote les dijo:
28 —Les advertimos que dejaran de enseñar acerca de ese hombre, pero ¡claro, siguen en las mismas y han llenado a Jerusalén de sus enseñanzas! Ustedes están tratando de echarnos la culpa por la muerte de ese hombre.
29 Pero Pedro y los otros apóstoles respondieron: —Nosotros tenemos que obedecer a Dios antes que a los seres humanos.
30 El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, pero ustedes lo trataron como a un criminal: lo mataron con violencia colgándolo en un madero.
31 Dios le dio el gran honor de sentarse a su derecha, porque ha decidido que Jesús sea nuestro Líder y Salvador para hacer cambiar la manera de pensar y de vivir de Israel y para perdonar sus pecados.