32 Nosotros somos testigos de esto, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a todos los que lo obedecen.
33 Al oír esto, se enfurecieron tanto que empezaron a planear cómo matar a los apóstoles.
34 En la reunión estaba un fariseo, llamado Gamaliel, maestro de la ley y respetado por todo el pueblo. Él se puso de pie y pidió que retiraran por un momento a los apóstoles de la reunión,
35 diciendo: —Israelitas: tengan cuidado con lo que les van a hacer a estos hombres.
36 Recuerden lo que pasó con Teudas. Él decía que era un hombre muy importante y reunió como cuatrocientos hombres. Sin embargo, a él lo mataron, todos los que lo seguían se dispersaron y no pasó nada.
37 Después, un tal Judas vino de Galilea en la época del censo, y él también reunió un buen número de seguidores. Con él sucedió lo mismo, lo mataron y sus seguidores se dispersaron.
38 En este caso les aconsejo que se alejen de estos hombres y los dejen en paz. Si su plan es de parte de los hombres, fallará.