37 ¡Para Dios nada es imposible!
38 María dijo: —Soy sierva del Señor, que esto suceda tal como lo has dicho. Y el ángel se retiró.
39 Entonces, María se levantó y se fue de prisa hacia los cerros, a un pueblo de Judea.
40 Fue a la casa de Zacarías y saludó a Elisabet.
41 Cuando Elisabet escuchó el saludo de María, el bebé saltó dentro de ella. Entonces Elisabet se llenó del Espíritu Santo, y
42 gritó: —¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido al bebé que tendrás!
43 ¿Quién soy yo para que la mamá de mi Señor venga a verme?