18 Entonces Jesús les dijo: —Vi a Satanás caer del cielo como un relámpago.
19 Tengan la seguridad de que les he dado autoridad de aplastar escorpiones y serpientes, y autoridad sobre todo el poder del enemigo. Nada les hará daño.
20 Pero no se alegren tanto de dominar a los espíritus, sino de que sus nombres están escritos en el cielo.
21 En ese momento, Jesús, lleno de alegría del Espíritu Santo, dijo: «Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y se las has revelado a estos que son como niños. Sí Padre, porque así te agradó.
22 »Mi Padre me ha dado todo. Nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo».
23 Dándose vuelta hacia sus seguidores, les dijo en privado: «Afortunados los ojos que ven lo que ustedes ven.
24 Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron. Ellos quisieron oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron».