44 Ella se le acercó a Jesús por detrás, le tocó el borde de su manto e inmediatamente dejó de sangrar.
45 Entonces Jesús dijo: —¿Quién me acaba de tocar? Todos dijeron que nadie y Pedro le dijo: —Maestro, toda la gente a tu alrededor está empujándote y apretujándote.
46 Sin embargo, Jesús insistió: —Alguien me tocó. Sentí que salió poder de mí.
47 Cuando la mujer vio que no se podía esconder, se acercó a Jesús temblando y se arrodilló a sus pies. Todos la escucharon explicar por qué lo había tocado y cómo había sanado al instante.
48 Entonces Jesús le dijo: —Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz.
49 Mientras Jesús decía esto, vino alguien de la casa del dirigente de la sinagoga y le dijo: —Tu hija ha muerto. No molestes más al maestro.
50 Pero al oír esto, Jesús le dijo al dirigente de la sinagoga: —No tengas miedo; sólo cree y ella será sanada.