3 Las autoridades no están para que los que hacen el bien les tengan miedo. Por lo tanto, los que deben temerles son los que hacen maldades. Así que si no quieres tener miedo, haz el bien y te felicitarán
4 porque el que gobierna es un siervo de Dios para tu beneficio. Pero si haces cosas malas, ten cuidado, porque el gobernante tiene el poder para castigarte y seguro que usará su poder. Él es el siervo de Dios para castigar a los que hacen lo malo.
5 Por eso es importante obedecer a las autoridades, no sólo por miedo al castigo, sino porque lo correcto es respetarlas.
6 También para eso pagan ustedes impuestos, porque los gobernantes son siervos públicos de Dios, y dedican su tiempo a cumplir con su trabajo.
7 Paguen sus deudas. Si deben impuestos, páguenlos. Respeten al que tengan que respetar y denle honor al que le tengan que dar honor.
8 No tengan deudas con nadie, excepto la deuda de amarse unos a otros, porque el que ama a los demás cumple con toda la ley.
9 Pues la ley dice: «No cometas adulterio, no mates a nadie, no robes, no desees lo que es de otros». Esos y todos los otros mandamientos se resumen en uno solo: «Ama a tus semejantes como te amas a ti mismo».