25-26 Dios ofreció a Jesucristo para hacer posible, por medio de su muerte, el perdón de los pecados. El perdón se recibe a través de la fe. Él ofreció a Jesucristo como sacrificio para demostrar que él siempre es justo en lo que hace. Lo demostró en el pasado cuando en su paciencia pasó por alto los pecados de muchos, y también ahora al aprobar a todo aquel que confía en Jesús.
27 Entonces, ¿Hay alguna razón para estar orgullosos de nosotros mismos? ¡No lo hay! ¿Por qué razón? Por razón de fe y no por cumplir la ley.
28 Por eso decimos que uno es aprobado por la fe y no por cumplir la ley.
29 ¿Acaso Dios es sólo Dios de los judíos? ¿No lo es también de los que no son judíos? ¡Claro que sí!
30 Hay un solo Dios y él aprobará a los judíos por la fe, pero también por la fe aprobará a los que no son judíos.
31 Entonces, ¿con la fe eliminamos la ley? ¡De ninguna manera! Por el contrario, confirmamos lo que la ley enseña.