23 No sólo el mundo, sino también nosotros sufrimos, pero ya tenemos el Espíritu como anticipo de la promesa de Dios. Ahora esperamos que Dios nos dé todos los derechos como hijos suyos cuando nuestro cuerpo sea liberado.
24 Cuando fuimos salvos recibimos esa esperanza, pero una esperanza que se ve no es realmente una esperanza, ¿para qué esperar lo que ya se ve?
25 En cambio, nosotros estamos esperando lo que aún no podemos ver y lo esperamos con paciencia.
26 De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, cuando no sabemos qué pedirle a Dios, el Espíritu mismo le pide a Dios por nosotros. El Espíritu le habla a Dios a través de gemidos imposibles de expresar con palabras.
27 Pero Dios nos conoce a fondo y entiende lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega a favor de su pueblo santo de acuerdo a la voluntad de Dios.
28 Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito.
29 Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.