1 Recuerda siempre a todos que deben someterse a los gobernantes y autoridades. Diles que obedezcan y siempre estén listos para hacer el bien,
2 que no hablen mal de nadie, vivan en paz con los demás, sean comprensivos y traten a todos con amabilidad.
3 Antes nosotros también éramos insensatos; no obedecíamos y estábamos perdidos. Éramos esclavos de toda clase de placeres y deseos, éramos malvados y envidiosos. Los demás nos odiaban y nosotros a ellos.
4 Pero Dios nuestro Salvador mostró su bondad y su amor por la humanidad.
5 Él nos salvó gracias a su misericordia, no por algo bueno que hubiéramos hecho. Nos salvó lavándonos, dándonos una vida nueva al renovarnos por medio del Espíritu Santo.