6 Mañana a estas horas te enviaré a mis soldados para que registren tu palacio y las casas de tus súbditos; tomarán todo lo que más aprecias y se lo llevarán”.
7 El rey de Israel convocó a todos los ancianos del país y les dijo:— Como podéis ver, este anda buscando mi desgracia, pues me ha reclamado mis mujeres, mis hijos, mi plata y mi oro, a pesar de que yo no me he negado.
8 Todos los ancianos y el pueblo le aconsejaron:— No le hagas caso ni aceptes sus exigencias.
9 Ajab dijo a los emisarios de Benadad:— Decid a vuestro señor el rey, que haré todo lo que me ordenó la primera vez; pero que no puedo hacer esto otro.Los emisarios llevaron al rey la respuesta.
10 Entonces Benadad mandó a decir a Ajab:— ¡Que los dioses me castiguen, si queda de Samaría polvo suficiente para darle un puñado a cada uno de mis seguidores!
11 Pero el rey de Israel respondió:— Decidle que no cante victoria antes de la batalla.
12 Benadad, que estaba bebiendo con los reyes en el campamento, dijo a sus soldados al escuchar esta respuesta:— ¡Cada uno a su puesto!E inmediatamente tomaron posiciones frente a la ciudad.