29 que dice esto: “No os dejéis engañar por Ezequías, porque no podrá libraros de mi mano.
30 Que Ezequías no os haga confiar en Dios, diciendo: Estoy convencido de que el Señor nos salvará y no entregará esta ciudad en poder del rey de Asiria”.
31 No hagáis caso a Ezequías, sino al rey de Asiria que os dice: “Haced la paz conmigo y rendíos a mí; de esa manera cada cual podrá seguir comiendo los frutos de su parra y de su higuera y podrá seguir bebiendo agua de su pozo;
32 luego llegaré yo en persona y os llevaré a una tierra como la vuestra, una tierra de grano y de mosto, una tierra de mieses y viñas, una tierra de aceite y miel, donde viviréis y no moriréis”. Pero no hagáis caso a Ezequías, pues os engaña diciendo que el Señor os librará.
33 ¿Acaso los dioses de otras naciones los han podido librar del poder del rey de Asiria?
34 ¿Dónde están los dioses de Jamat y Arpad? ¿Dónde, los dioses de Sefarváin, Hená y Evá? ¿Acaso fueron capaces de librar a Samaría de mi poder?
35 Si ninguno de los dioses de esos países pudo librarlos de mi ataque, ¿pensáis que el Señor podrá librar a Jerusalén?