9 El rey Baltasar se sintió turbado sobremanera y palideció todavía más; sus dignatarios estaban desconcertados.
10 Cuando llegó a oídos de la reina lo que decían el rey y sus dignatarios, se presentó en la sala del banquete y dijo:— ¡Larga vida al rey! No te alarmes ni palidezcas,
11 pues tienes en tu reino a un hombre que participa del espíritu de los dioses santos. En vida de tu padre demostró tener una clarividencia, una inteligencia y una sabiduría propias de los dioses. El rey Nabucodonosor, tu padre, lo nombró jefe de los magos, adivinos, hechiceros y astrólogos.
12 Se llama Daniel, aunque el rey le puso por nombre Baltasar. Parece estar dotado de un saber y de una inteligencia superiores, capaces de interpretar sueños, descifrar enigmas y resolver complicados problemas. Que llamen, pues, a Daniel para que te interprete la inscripción.
13 Daniel fue traído de inmediato a la presencia del rey, que le preguntó:— ¿Eres tú Daniel, uno de aquellos deportados que mi padre, el rey, trajo de Judá?
14 He oído decir que participas del espíritu de los dioses y que sobrepasas a todos en clarividencia, inteligencia y sabiduría.
15 Hace un momento han traído a mi presencia a los sabios y adivinos para que leyeran este escrito y me lo interpretaran, pero no han sido capaces de dar con su significado.