16 Al mismo tiempo, di a los jueces estas normas: “Escuchad a vuestros hermanos y administrad justicia cuando tengan pleitos entre ellos o con extranjeros.
17 No seáis parciales en las sentencias; considerad de igual manera la causa de los débiles y la de los poderosos; no os dejéis intimidar por nadie, porque el juicio es de Dios. Y si el asunto os sobrepasa, pasádmelo a mí para que yo lo atienda”.
18 Yo os indiqué entonces todo lo que debíais hacer.
19 Así, pues, dejamos el Horeb y recorrimos todo ese inmenso y espantoso desierto que habéis visto, camino de las montañas de los amorreos, hasta que llegamos a Cadés Barnea, como el Señor nuestro Dios nos había mandado.
20 Entonces os dije: “Ya habéis llegado a las montañas de los amorreos, que el Señor nuestro Dios nos da.
21 El Señor tu Dios te entrega esta tierra: ¡Adelante, pues!, toma posesión de ella tal como te ha dicho el Señor, el Dios de tus antepasados. No temas ni te acobardes”.
22 Pero todos vosotros vinisteis a decirme: “¿Qué tal si primero enviamos algunos hombres para que inspeccionen esta tierra y averigüen qué rutas debemos seguir y las ciudades en las que podemos entrar?”.