10 y exclamó:— ¡Bendito sea el Señor que os ha librado de los egipcios y del faraón! Él ha salvado a los israelitas del yugo egipcio,
11 y de la arrogancia con que os trataron; ahora estoy convencido de que el Señor es más grande que todos los dioses.
12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios al Señor; Aarón y todos los ancianos de Israel, por su parte, compartieron un banquete con el suegro de Moisés, en presencia del Señor.
13 Al día siguiente Moisés se sentó a dirimir los pleitos del pueblo, y los israelitas acudieron a él desde la mañana hasta la tarde.
14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía este por el pueblo, le dijo:— ¿Por qué te sientas tú solo a juzgar al pueblo mientras son multitud los que acuden a ti desde la mañana hasta la noche?
15 Moisés le respondió:— Porque el pueblo acude a mí para conocer la voluntad de Dios.
16 Vienen a mí con sus querellas, yo se las dirimo y también los instruyo en las leyes y mandamientos del Señor.