7 y desarróllate como los brotes del campo. Efectivamente, te desarrollaste, creciste y te llegó el tiempo de la menstruación. Tus pechos* se afianzaron y te brotó el vello púbico, pero seguías desnuda del todo.
8 Pasé junto a ti y, al verte, me di cuenta que te había llegado el tiempo del amor. Extendí entonces mi manto y cubrí tu desnudez, e hice alianza contigo bajo juramento —oráculo del Señor Dios—. Así fuiste mía.
9 Te lavé, te limpié la sangre que llevabas encima y te perfumé.
10 Después te vestí con ropa recamada, te puse sandalias de cuero fino, un ceñidor de lino y un manto de seda.
11 Te cubrí de joyas, te puse pulseras en las muñecas y una gargantilla en el cuello.
12 Te puse un arete en la nariz y pendientes en las orejas, y una espléndida corona en la cabeza.
13 Ibas enjoyada de oro y plata, vestida de lino, seda y ropa recamada; te alimentabas de flor de harina, miel y aceite. Te hiciste sumamente hermosa, digna de ser una reina.