1 El Señor me dirigió la palabra:
2 — Hijo de hombre, habla a tus compatriotas y diles: Supongamos que ordeno a la espada que ataque un país, y la gente de ese país elige a uno de los suyos y lo nombra centinela;
3 y supongamos que este, al ver que la espada se acerca al país, hace sonar el cuerno para alertar a la gente.
4 Si luego resulta que alguien oye el sonido del cuerno, pero no hace caso y la espada acaba con él, sólo él será responsable de su muerte.
5 Como oyó el sonido del cuerno y no hizo caso, sólo él será responsable de su muerte; en cambio, el que haga caso, salvará su vida.