2 — Hijo de hombre, habla a tus compatriotas y diles: Supongamos que ordeno a la espada que ataque un país, y la gente de ese país elige a uno de los suyos y lo nombra centinela;
3 y supongamos que este, al ver que la espada se acerca al país, hace sonar el cuerno para alertar a la gente.
4 Si luego resulta que alguien oye el sonido del cuerno, pero no hace caso y la espada acaba con él, sólo él será responsable de su muerte.
5 Como oyó el sonido del cuerno y no hizo caso, sólo él será responsable de su muerte; en cambio, el que haga caso, salvará su vida.
6 Pero si el centinela ve que la espada se acerca y no hace sonar el cuerno para que la gente se mantenga alerta, si luego la espada mata a alguno de ellos, este morirá por su propia culpa, pero haré responsable de su muerte al centinela.
7 Hijo de hombre, te he nombrado centinela de Israel. Si escuchas alguna palabra mía, alértalos de mi parte.
8 Si digo al malvado: “Eres reo de muerte”, pero tú no lo alertas para que abandone su conducta, el malvado morirá por su propia culpa, mas yo te pediré cuentas de su muerte.