9 Pero si alertas al malvado para que abandone su conducta, aunque él no se convierta y muera por su propia culpa, tú habrás salvado tu vida.
10 Hijo de hombre, di a los israelitas: Vosotros andáis diciendo: “Nuestros delitos y pecados nos abruman, y nos sentimos consumidos por ellos. ¿Cómo podremos vivir?”.
11 Tú les dirás: Juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que no me complace la muerte del malvado; sólo quiero que cambie de conducta y viva. Convertíos, convertíos de vuestra malvada conducta. ¿Por qué tenéis que morir, pueblo de Israel?
12 Hijo de hombre, di a tus compatriotas: La justicia del justo no lo salvará cuando peque, y la maldad del malvado no le hará sucumbir cuando se aparte de su maldad. Si el justo peca, no podrá vivir apelando a su justicia.
13 Supongamos que digo al justo: “Vivirás”; si él, confiando en que es justo, comete una injusticia, no se le tendrán en cuenta todas sus obras justas, sino que morirá por la injusticia que cometió.
14 Y si digo al malvado: “Eres reo de muerte”, pero se arrepiente de sus pecados y comienza a practicar el derecho y la justicia:
15 devuelve lo que tiene en prenda, restituye lo robado, se conduce según los preceptos que dan la vida y decide no cometer injusticias, seguro que vivirá, no morirá.