5 Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no pude atravesar, pues el agua había crecido y sólo a nado se podía atravesar: era un torrente que no se podía vadear.
6 Me dijo entonces:— ¿Has visto, hijo de hombre?Después me hizo volver a la orilla del torrente.
7 Al llegar vi que a ambos lados del torrente había muchísimos árboles. Me dijo entonces:
8 — Estas aguas, que fluyen hacia la zona oriental, irán bajando hasta la Arabá*. Después desembocarán en el Mar Muerto, el de las aguas sin vida, que quedarán saneadas.
9 Todos los animales que se muevan por donde pasa la corriente vivirán, y además habrá numerosos peces. Cuando el agua llegue allí, el mar quedará saneado y habrá vida en los lugares por donde pase el torrente.
10 En sus orillas se apostarán los pescadores, y desde Engadí* hasta Egláin* la gente tenderá redes. La pesca será como la del mar Grande, y además abundantísima.
11 Pero sus marismas y lagunas no quedarán saneadas: servirán de salinas.