3 ¡Hasta a ángeles tendremos que juzgar! ¡Pues con mayor razón asuntos concernientes a la vida ordinaria!
4 Y sin embargo, cuando tenéis pleitos de este tipo, escogéis para resolverlos a los que nada significan para la Iglesia.
5 Os lo digo para vergüenza vuestra. ¿Es que no hay entre vosotros ni siquiera uno capaz de resolver estos litigios entre hermanos?
6 ¡Pleiteáis hermano contra hermano y, por si fuera poco, ante jueces no cristianos!
7 Ya es una lástima que se den pleitos entre vosotros, cuando deberíais soportar pacientemente la injusticia y hacer la vista gorda si alguno os estafa.
8 ¡Pero no! Sois vosotros mismos los injustos y los estafadores, y, para colmo, lo sois con vuestros propios hermanos.
9 ¿Ignoráis acaso que los que hacen el mal no tendrán parte en el reino de Dios? No os llaméis a engaño: ni los lujuriosos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,