1 Si creemos que Jesús es el Cristo, somos hijos de Dios. Ahora bien, no es posible amar al padre sin amar también al que es hijo del mismo padre.
2 Y conocemos que estamos amando a los hijos de Dios, cuando de veras amamos a Dios cumpliendo sus mandamientos,
3 puesto que amar a Dios consiste en cumplir sus mandamientos. No se trata, por lo demás, de preceptos insoportables,
4 ya que los hijos de Dios están equipados para vencer al mundo. Nuestra fe, en efecto, es la que vence al mundo,
5 pues quien cree que Jesús es el Hijo de Dios, triunfará sobre el mundo.
6 Jesucristo ha venido con agua y sangre; no sólo con el agua, sino con el agua y la sangre. Y el Espíritu, que es la verdad, da testimonio de esto.
7 Porque los testigos son tres: