1 Renunciad, pues, a toda malicia, a todo engaño, hipocresía, envidia o maledicencia.
2 Como niños recién nacidos, nutríos de la leche pura del Espíritu para que con ella crezcáis y recibáis la salvación,
3 ya que habéis gustado la bondad del Señor.
4 Al integraros en él, piedra viva rechazada por los humanos, pero escogida y preciosa para Dios,
5 también vosotros, como piedras vivas, os vais construyendo como templo espiritual para formar un sacerdocio consagrado que, por medio de Jesucristo, ofrezca sacrificios espirituales y agradables a Dios.