11 que ordenaba:— Escribe en un libro todo lo que veas y envíalo a estas siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.
12 Volví la cabeza para ver quién me hablaba; al volverme vi siete candeleros de oro,
13 y en medio de ellos vi una especie de figura humana, vestida con larga túnica y una banda de oro ciñéndole el pecho.
14 Los cabellos de su cabeza eran blancos como la lana blanca y como nieve; su mirada, como llama de fuego;
15 sus pies, semejantes al bronce que se está fundiendo en el horno; y su voz, como fragor de aguas caudalosas.
16 En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una cortante espada de dos filos y su rostro era como el sol cuando brilla con todo su resplandor.
17 Apenas lo vi, caí fulminado a sus pies; pero él me tocó con su mano derecha y me dijo:— No temas; yo soy el primero y el último.