15 Y desató a los cuatro ángeles que estaban preparados para aniquilar en esa hora, día, mes y año a la tercera parte de la humanidad.
16 Y pude oír el número de soldados de este ejército de caballería: eran doscientos millones de jinetes.
17 Vi igualmente los caballos y sus jinetes, que vestían corazas de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como de león, y sus bocas despedían fuego, humo y azufre;
18 tres calamidades —fuego, humo y azufre— que salían de la boca de los caballos y que aniquilaron a la tercera parte de la humanidad.
19 El poder destructor de los caballos residía en su cabeza y en su cola, que estaba armada de mortíferas cabezas de serpiente.
20 A pesar de todo, quienes no fueron aniquilados por estas calamidades, se negaron a cambiar de conducta. Siguieron adorando a los demonios, a los ídolos de oro, plata, bronce, madera y piedra, dioses que no pueden ver, ni oír, ni caminar.
21 Siguieron aferrados a sus crímenes, a sus hechicerías, a su lujuria y a sus rapiñas.