31 ¡Tiene que ser terrible caer en las manos del Dios viviente!
32 Recordad aquellos días, cuando apenas acababais de recibir la luz de la fe y tuvisteis ya que sostener un encarnizado y doloroso combate.
33 Unos fuisteis públicamente escarnecidos y sometidos a tormentos; otros os hicisteis solidarios con los que así eran maltratados.
34 Os compadecisteis, efectivamente, de los encarcelados y soportasteis con alegría que os despojaran de vuestros bienes, seguros como estabais de tener a vuestro alcance unos bienes más valiosos y duraderos.
35 No perdáis, pues, el ánimo. El premio que os espera es grande.
36 Pero es preciso que seáis constantes en el cumplimiento de la voluntad de Dios, para que podáis recibir lo prometido.
37 Falta poco, muy poco, para que venga sin retrasarse el que ha de venir.