1 En efecto, todo sumo sacerdote es alguien escogido entre los hombres para representar ante Dios a todos los demás, ofreciendo dones y sacrificios por los pecados.
2 Puesto que también él es presa de mil debilidades, está en disposición de ser compasivo con los ignorantes y extraviados,
3 y debe ofrecer sacrificios tanto por los pecados del pueblo como por los suyos propios.
4 Es esta, además, una dignidad que nadie puede hacer suya por propia iniciativa; sólo Dios es quien llama como llamó a Aarón.