15 Porque debes ser su testigo ante todos de cuanto has oído y presenciado.
16 No pierdas tiempo ahora; anda, bautízate y libérate de tus pecados invocando el nombre del Señor”.
17 A mi regreso a Jerusalén, un día en que estaba orando en el Templo tuve un éxtasis.
18 Vi al Señor, que me decía: “Date prisa. Sal en seguida de Jerusalén, pues no van a aceptar tu testimonio sobre mí”.
19 “Señor —respondí—, ellos saben que yo soy el que iba por las sinagogas para encarcelar y torturar a tus creyentes.
20 Incluso cuando mataron a Esteban, tu testigo, allí estaba yo presente aprobando el proceder y cuidando la ropa de quienes lo mataban”.
21 Pero el Señor me contestó: “Ponte en camino, pues voy a enviarte a las más remotas naciones”.