6 Esperaban los isleños que se hinchara o que cayera muerto de repente. Pero, después de un largo rato sin que nada le aconteciese, cambiaron de opinión y exclamaron:— ¡Es un dios!
7 Cerca de aquel lugar había una finca que pertenecía a Publio, el gobernador de la isla, quien se hizo cargo de nosotros y nos hospedó durante tres días.
8 Se daba la circunstancia de que el padre de Publio estaba en cama aquejado por unas fiebres y disentería. Pablo fue a visitarlo y, después de orar, le impuso las manos y lo curó.
9 A la vista de esto, acudieron también los demás enfermos de la isla, y Pablo los curó.
10 Fueron muchas las muestras de aprecio que nos dispensaron los isleños que, al hacernos de nuevo a la mar, nos suministraron todo lo necesario.
11 Al cabo de tres meses zarpamos en un buque alejandrino que tenía por enseña a Cástor y Pólux y que había invernado en aquella isla.
12 Llegamos a Siracusa, donde hicimos escala por tres días.