11 Él es la piedra rechazada por vosotros los constructores, pero que ha resultado ser la piedra principal.
12 Ningún otro puede salvarnos*, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido autor de nuestra salvación.
13 Cuando vieron la seguridad con que se expresaban Pedro y Juan, que eran hombres sin cultura y sin instrucción, no salían de su asombro. Por una parte, no podían menos de reconocer que Pedro y Juan habían sido compañeros de Jesús;
14 por otra, allí estaba de pie, junto a ellos, el hombre que había sido curado. Así que, no sabiendo cómo replicarles,
15 les ordenaron salir de la sala del Consejo y se pusieron a deliberar entre ellos:
16 — ¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Está claro para todos los habitantes de Jerusalén que, efectivamente, se ha realizado un milagro manifiesto por mediación de ellos; es algo que no podemos negar.
17 Sin embargo, para evitar que esto siga propagándose entre el pueblo, vamos a advertirles, bajo amenaza, que no hablen más a nadie de tal individuo.