17 Entonces, el sumo sacerdote y todos los de su partido, que era el de los saduceos*, ciegos de furor,
18 apresaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.
19 Pero un ángel del Señor abrió por la noche la puerta de la prisión y los hizo salir diciéndoles:
20 — Id y anunciad al pueblo, en medio del Templo, todo lo referente a esta forma de vida.
21 Oído este mandato, se dirigieron de mañana al Templo, donde empezaron a enseñar. Entre tanto, llegaron el sumo sacerdote y los de su partido, convocaron al Consejo Supremo y al pleno de los dirigentes israelitas, y mandaron traer de la cárcel a los presos.
22 Fueron los guardias, pero no encontraron a los apóstoles en la prisión; así que se volvieron e informaron del hecho
23 con estas palabras:— Hemos hallado la cárcel cuidadosamente cerrada, y a los vigilantes en su puesto ante la puerta; pero al abrirla no hemos encontrado a nadie dentro.