1 Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador.
2 El Padre corta todos mis sarmientos improductivos y poda los sarmientos que dan fruto para que produzcan todavía más.
3 Vosotros ya estáis limpios, gracias al mensaje que os he comunicado.
4 Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros. Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo sin estar unido a la vid; lo mismo os ocurrirá a vosotros si no permanecéis unidos a mí.
5 Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.
6 El que no permanece unido a mí, es arrojado fuera, como se hace con el sarmiento improductivo que se seca; luego, estos sarmientos se amontonan y son arrojados al fuego para que ardan.