24 No debéis juzgar según las apariencias; debéis juzgar con rectitud.
25 Así que algunos habitantes de Jerusalén comentaban:— ¿No es este al que desean matar?
26 Resulta que está hablando en público y nadie le dice ni una palabra. ¿Será que nuestros jefes han reconocido que verdaderamente se trata del Mesías?
27 Pero cuando aparezca el Mesías, nadie sabrá de dónde viene; en cambio, sí sabemos de dónde viene este.
28 A lo que Jesús, que estaba enseñando en el Templo, replicó:— ¿De manera que me conocéis y sabéis de dónde soy? Sin embargo, yo no he venido por mi propia cuenta, sino que he sido enviado por aquel que es veraz y a quien vosotros no conocéis.
29 Yo sí lo conozco, porque de él vengo y es él quien me ha enviado.
30 Intentaron entonces prenderlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima, porque todavía no había llegado su hora.