4 ¡Ya sé qué voy a hacer para que, cuando deje el cargo, no falte quien me reciba en su casa!”.
5 Comenzó entonces a llamar, uno por uno, a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: “¿Cuánto debes a mi amo?”.
6 Le contestó: “Cien barriles de aceite”. El administrador le dijo: “Pues mira, toma tus recibos y apunta sólo cincuenta”.
7 Al siguiente le preguntó: “¿Tú cuánto le debes?”. Le contestó: “Cien sacos de trigo”. Le dijo el administrador: “Pues mira, toma tus recibos y apunta sólo ochenta”.
8 Y el amo elogió la astucia de aquel administrador corrupto porque, en efecto, los que pertenecen a este mundo son más sagaces en sus negocios que los que pertenecen a la luz.
9 Por eso, os aconsejo que os ganéis amigos utilizando las riquezas de este mundo. Así, cuando llegue el día de dejarlas, habrá quien os reciba en la mansión eterna.
10 El que es fiel en lo poco, también será fiel en lo mucho; y el que no es fiel en lo poco, tampoco lo será en lo mucho.