29 El pueblo entero, que escuchaba a Juan, y aún los mismos recaudadores de impuestos, reconocían que su mensaje procedía de Dios, y recibieron su bautismo.
30 En cambio, los fariseos y los doctores de la ley, rechazaron el designio de Dios para ellos, negándose a que Juan los bautizara.
31 Jesús siguió diciendo:— ¿Con qué compararé a esta gente de hoy? ¿A quién es comparable?
32 Puede compararse a esos niños que se sientan en la plaza y se interpelan unos a otros: “¡Hemos tocado la flauta para vosotros, y no habéis bailado; os hemos cantado tonadas tristes, y no habéis llorado!”.
33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis de él: “Tiene un demonio dentro”.
34 Pero después ha venido el Hijo del hombre*, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis a un glotón y borracho, amigo de andar con recaudadores de impuestos y con gente de mala reputación”.
35 Pero la sabiduría se acredita en los que verdaderamente la poseen.