20 y Jesús preguntó:— ¿De quién es esta efigie y esta inscripción?
21 Le contestaron:— Del emperador.Entonces les dijo Jesús:— Pues dad al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.
22 Al oír esta respuesta, quedaron estupefactos y, dejando a Jesús, se fueron.
23 Aquel mismo día se acercaron a Jesús unos saduceos que, al no creer en la resurrección, le hicieron esta pregunta:
24 — Maestro, Moisés mandó: Si un hombre casado muere sin haber tenido hijos, su hermano deberá casarse con la viuda para dar descendencia al hermano difunto.
25 Pues bien, entre nosotros hubo una vez siete hermanos; el primero de ellos, que estaba casado, murió sin haber tenido descendencia, por lo cual su viuda se casó con el hermano siguiente.
26 Pero lo mismo le sucedió al segundo, y luego al tercero, y así hasta los siete.