32 ¡Rematad, pues, vosotros la obra que comenzaron vuestros antepasados!
33 ¡Serpientes! ¡Hijos de víbora! ¿Cómo podréis escapar al castigo de la gehena?
34 Porque mirad: yo voy a enviaros mensajeros, sabios y maestros de la ley; a unos los mataréis y crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad.
35 De ese modo os haréis culpables de toda la sangre inocente derramada en este mundo, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, el hijo de Baraquías, a quien asesinasteis entre el santuario y el altar.
36 ¡Os aseguro que todo esto le ocurrirá a la presente generación!
37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y vosotros os negasteis!
38 Pues mirad: vuestra ciudad va a quedar desierta.