19 Te castigará tu propia maldad, Y tus apostasías te condenarán. Reconoce, pues, y ve que es malo y amargo El dejar al SEÑOR tu Dios, Y no tener temor de Mí," declara el Señor, DIOS de los ejércitos.
20 "Porque desde hace tiempo rompí tu yugo Y arranqué tus coyundas; Pero dijiste: 'No serviré.' Porque sobre toda colina alta Y bajo todo árbol frondoso Te echabas como ramera.
21 Pero Yo te planté como vid escogida, Toda ella de semilla genuina. ¿Cómo, pues, te has convertido delante de Mí En un sarmiento degenerado de una vid extraña?
22 Aunque te laves con lejía Y uses mucho jabón, La mancha de tu iniquidad está aún delante de Mí," declara el Señor DIOS.
23 "¿Cómo puedes decir: 'No estoy manchada, No me he ido tras los Baales'? Mira tu proceder en el valle, Reconoce lo que has hecho. Eres una camella joven y liviana que enreda sus pasos,
24 Asna montés acostumbrada al desierto, Que en su ardor olfatea el viento. En la época de su celo ¿quién la puede refrenar? Todos los que la busquen, no se tienen que fatigar, En su mes la hallarán.
25 Guarda tus pies de andar descalzos Y tu garganta de la sed. Pero tú dijiste: 'Es en vano. ¡No! Porque amo a los extraños, Y tras ellos andaré.'