20 Oigan, pues, mujeres, la palabra del SEÑOR, Y reciba el oído de ustedes la palabra de Su boca; Enseñen la lamentación a sus hijas Y la endecha cada una a su vecina.
21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, Ha entrado en nuestros palacios, Exterminando a los niños de las calles, A los jóvenes de las plazas.
22 Así declara el SEÑOR: "Los cadáveres de los hombres caerán Como estiércol sobre la superficie del campo, Y como gavillas tras el segador Sin haber quien las recoja."
23 Así dice el SEÑOR: "No se gloríe el sabio de su sabiduría, Ni se gloríe el poderoso de su poder, Ni el rico se gloríe de su riqueza;
24 Pero si alguien se gloría, gloríese de esto: De que Me entiende y Me conoce, Pues Yo soy el SEÑOR que hago misericordia, Derecho y justicia en la tierra, Porque en estas cosas Me complazco," declara el SEÑOR.
25 "Ciertamente vienen días," declara el SEÑOR, "en que castigaré a todo el que esté circuncidado sólo en la carne:
26 a Egipto, Judá, Amón, Moab y a todos los que se rapan las sienes, a los que habitan en el desierto. Porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón."