6 Tampoco han sido de tu agrado los holocaustos y las víctimas expiatorias.
7 Entonces dije: Aquí vengo yo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como está escrito acerca de mí en un título del libro.
8 En primer lugar dice que no has querido ni han sido de tu agrado las ofrendas, los sacrificios, los holocaustos y las víctimas expiatorias, —cosas todas que se ofrecen de acuerdo con la ley—.
9 Y a continuación añade: Aquí vengo yo para hacer tu voluntad, con lo que deroga la primera disposición y confiere validez a la segunda.
10 Y al haber cumplido Jesucristo la voluntad de Dios, ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.
11 Cualquier otro sacerdote desempeña cada día su ministerio ofreciendo una y otra vez los mismos sacrificios que son incapaces de borrar definitivamente los pecados.
12 Cristo, en cambio, después de ofrecer de una vez para siempre* un solo sacrificio por el pecado, está sentado junto a Dios.