14 Pedro entonces tomó la palabra y, en nombre propio y de sus once compañeros, les habló de esta manera:— Judíos y todos los que residís en Jerusalén, prestad atención a mis palabras a ver si os queda claro lo siguiente:
15 Estos no están borrachos como vosotros suponéis pues solo son las nueve de la mañana.
16 Lo que sucede es que se está cumpliendo lo anunciado por el profeta Joel:
17 En los últimos días, dice Dios, concederé mi Espíritu a todo mortal: vuestros hijos y vuestras hijas hablarán inspirados por mí; vuestros jóvenes tendrán revelaciones y vuestros ancianos soñarán cosas extraordinarias.
18 A los que me sirven, tanto hombres como mujeres, otorgaré en aquellos días mi Espíritu, y hablarán inspirados por mí.
19 Haré prodigios en el cielo y milagros en la tierra: sangre, fuego y vapor humeante.
20 Antes que llegue el día del Señor, grande y glorioso, el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre.