9 Pedro le replicó:— ¿Por qué os habéis confabulado para provocar al Espíritu del Señor? Escucha, ya se oyen a la puerta los pasos de los que vuelven de enterrar a tu marido; ahora te llevarán a ti.
10 Al instante cayó a sus pies y expiró. Cuando entraron los jóvenes, era ya cadáver; así que se la llevaron y la enterraron junto a su marido.
11 Como resultado de esto, la Iglesia entera y todos los que llegaron a saberlo quedaron sobrecogidos de temor.
12 Eran muchos los milagros y prodigios que se producían entre el pueblo por medio de los apóstoles. Los fieles, por su parte, se reunían todos formando una piña en el pórtico de Salomón.
13 Pero nadie más se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo los tenía en gran estima.
14 Sin embargo, pronto fueron multitud los hombres y mujeres que creyeron en el Señor.
15 Incluso sacaban a los enfermos a la calle y los ponían en lechos y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra tocara a alguno de ellos.