21 Es cierto que el Hijo del hombre tiene que seguir su camino, como dicen de él las Escrituras. Sin embargo, ¡ay de aquel que traiciona al Hijo del hombre! Mejor le sería no haber nacido.
22 Durante la cena, Jesús tomó pan, bendijo a Dios, lo partió y se lo dio diciendo:— Tomad, esto es mi cuerpo.
23 Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y la pasó a sus discípulos. Y bebieron todos de ella.
24 Él les dijo:— Esto es mi sangre, la sangre de la alianza*, que va a ser derramada en favor de todos.
25 Os aseguro que no volveré a beber de este fruto de la vid hasta el día aquel en que beba un vino nuevo en el reino de Dios.
26 Cantaron después el himno* y salieron hacia el monte de los Olivos.
27 Jesús les dijo:— Todos me vais a abandonar, porque así lo dicen las Escrituras: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.