12 Luego el rey y Joyadá lo entregaban a los maestros de obras al servicio del Templo del Señor, y estos contrataban canteros, carpinteros y artesanos herreros y broncistas para reparar el Templo del Señor.
13 Los obreros trabajaron de firme e hicieron progresar las obras de restauración de tal manera, que restituyeron el Templo a su aspecto y solidez antiguos.
14 Cuando terminaron devolvieron el resto del dinero al rey y a Joyadá, quienes mandaron hacer con él utensilios para el Templo: utensilios para el culto y los holocaustos, vasos y otros objetos de oro y plata. Y mientras vivió Joyadá se ofrecieron continuamente holocaustos en el Templo del Señor.
15 Joyadá envejeció y murió de edad muy avanzada: cuando murió tenía ciento treinta años.
16 Fue sepultado con los reyes en la ciudad de David, pues había hecho el bien en Israel, con Dios y con su Templo.
17 Después de la muerte de Joyadá, los jefes de Judá vinieron a rendir homenaje al rey y el rey les prestó atención.
18 Pero luego se desentendieron del Templo del Señor, Dios de sus antepasados, y dieron culto a los postes sagrados y a los ídolos, pecado que desencadenó la cólera divina contra Judá y Jerusalén.